Este blog tiene más regeneraciones que Doctor Who, lo sé, pero nuevamente he decidido darle un aire nuevo al blog e intentar retomarlo aunque sea de uvas a peras. Como casi todo el mundo sabe, una vez al año, se celebra el Día Internacional de los Museos en los que cada museo intenta revitalizar, a través de diversos actos, la importante función que estos cumplen en la sociedad. Es algo así como un «eh, que seguimos existiendo y haciendo cosas, visitadnos!»
Es una gran oportunidad para acercarte a lugares que, por cualquier circunstancia, no sueles visitar a lo largo del año con la regularidad que deberías. Sin ánimo de dar la lata, no deberías olvidar que un museo es mucho más que cuatro vitrinas con objetos del pasado. Es mucho, mucho más que eso, así que, de vez en cuando, no olvides acercarte al de tu pueblo o ciudad y ver que actividades se van a realizar porque si, un museo no es un lugar estático y muerto -salvo que vivas en el siglo XIX- sino un importante centro cultural en el que puedes aprender mucho más de lo que crees e, incluso si te animas, reflexionar un poco.
En mi caso, suelo olvidar que vivo en un lugar con una importante industria vinícola, así que, aprovechando una serie de pesquisas personales -y un trabajo pendiente- aproveché para acercarme con un amigo a ver que se cocía por primera vez en el Museo del Vino de mi pueblo. Si, por primera vez. La verdad es que hacía muchos años que no entraba al museo y, de hecho, ha cambiado bastante de como yo lo recordaba, pero me ha venido bien para refrescar un poco la cultura de mi pueblo, lo bueno que está el vino y lo bien que suena el violín (nota para mi yo del futuro: consigue un maldito violín y aprende a tocarlo de una maldita vez).
El itinerario que, a grandes rasgos, seguí fue más o menos así: viernes noche con la apertura nocturna del museo, entrada gratuita, cata de vinos y un concierto de tipo ambiental con el que poder dar un tranquilo paseo por el museo mientras catabas diferentes vinos y te dabas una vuelta por el lugar; sábado por la mañana con una visita guiada a la Villa de los Cantos, una más que considerable villa de época romana y otra visita guiada a la Casa-Museo de Don Pepe, una mansión del siglo XVIII perteneciente al antiguo terrateniente del pueblo; y finalmente una tapa -aunque esto no constaba en el itinerario-.